13 febrero 2012

Frases de Educadores: René Favaloro



‎"Debe entenderse que todos somos educadores. Cada acto de nuestra vida cotidiana tiene implicancias, a veces significativas. Procuremos entonces enseñar con el ejemplo"

René Favaloro

08 febrero 2012

Palabras que valen: Giuli Fiore

Te mostramos el primer texto realizado por una voluntaria: Giuli Fiore

Mientras navegaba en internet, descubrí un anuncio que convocaba a jóvenes universitarios para trabajar como voluntarios asistiendo en el programa de educación de Educar y Crecer.
Y por esas casualidades, que nunca lo son en verdad, hacía un tiempo que estaba buscando un grupo al que unirme para trabajar como voluntaria así que me contacté para conocer más sobre la organización. De este modo fue como, en una reunión, conocí al hermoso equipo que ya venía trabajando en el centro de aprendizaje y me contagiaron su entusiasmo y energía.

Durante mis primeras visitas al centro, me vi atrapada por la dulzura, felicidad y ternura de los chicos. En mi viaje de vuelta a casa me acompañaban (y lo siguen haciendo) las sonrisas y abrazos que me regalaban cada uno de ellos durante toda la mañana, incluso aunque recién me conocían.
A medida que pasaban los días y nos íbamos conociendo más, pude enterarme de las difíciles situaciones con las que conviven a diario y, al mismo tiempo, comprender su necesidad de protección y cuidado que los hace tan vulnerables frente al grotesco mundo de los adultos. A partir de esto lo que más llamó mi atención entonces, fue la sonrisa brillante y la inquebrantable inocencia, que a pesar del entorno que los rodea, aún conservan.

Comprendí en ese momento lo que para ellos significa el centro de aprendizaje. Es ese rincón en el que pueden ser niños de verdad: revoltosos, inquietos, divertidos, creativos y más, al entregar todas las cargas que los superan y olvidar por un rato las inquietantes responsabilidades que los agobian en sus hogares.

Desde mi experiencia personal, trabajar como voluntaria en Educar y Crecer va de la mano y como complemento de mi carrera universitaria. La comprensión de la realidad que obtengo no solo es fruto del estudio, sino que se alimenta día a día de las vivencias que atravieso. El centro de aprendizaje de Educar y Crecer significa para todos, voluntarios y chicos, crecimiento. Significa además vocación, servicio e igualdad de condiciones, porque juntos creamos un nido de valores que no solo transforma a los chicos, sino también a nosotros.

La educación en Educar y Crecer no es transmitida como resultado de un maestro sabelotodo y un alumno ignorante, sino que es transmitida desde la igualdad. Demostrando que si bien el niño y el adulto cumplen distintos roles, ambos se encuentran en el mismo proceso de aprendizaje y crecimiento continuo.

Para terminar, recomiendo mi experiencia a futuros voluntarios que quieran sumarse a este proyecto. Van a descubrir que cada día que dejan el centro de aprendizaje se llevan en el corazón muchísimo más de lo que pensaban que podían tener. Que a veces se dice que hacer servicio o trabajar como voluntario es “ayudar a los demás” pero no es más que sentirse uno con el otro, dejar de sentirse solo y abrirse a dedicar el tiempo y el esfuerzo para cambiar una realidad que también nos afecta, que también nos pertenece.

Palabras que valen



En esta nueva sección vas a encontrar las experiencias de aquellos que forman parte de Educar y Crecer con sus propias palabras. Voluntarios y profesionales expresan su visión acerca del Centro de Aprendizaje y cuentan con gran entusiasmo qué sintieron y sienten al pertenecer a esta ONG.

El primer texto es de Giuli Fiore, quien como voluntaria de Educar y Crecer hace ya unos años, relata todas las sensaciones que le fueron sucediendo desde que entró al Centro de Aprendizaje el primer día.

07 febrero 2012

Adaptación de "Un niño", Helen Buckley




Un niño fue a la escuela. Era muy pequeñito y la escuela muy grande. Pero cuando descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz.

Una mañana, estando en la escuela, su maestra dijo:

-Hoy vamos a hacer un dibujo.

-¡Qué bien!- pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y botes. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar.

Pero la maestra dijo:

- Esperen, no es hora de empezar.

Esperó a que todos estuvieran preparados.

-Ahora- dijo la maestra-vamos a dibujar flores.

-¡Bien! - pensó el niño, - me gusta mucho dibujar flores, y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores.

Pero la maestra dijo:

- Esperen, yo les enseñaré como hacerlo, y dibujó una flor roja con un tallo verde.

El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su maestra.

Muy pronto aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas.

Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela.

En su primer día de clase, la maestra dijo:

-Hoy vamos a hacer un dibujo.

Y esperó a que la maestra le dijera qué hacer.

Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba por la clase.

Cuando llegó hasta el niño dijo:

-¿No quieres empezar tu dibujo?

-Sí, dijo el pequeño ¿qué vamos a hacer?

-No sé hasta que tú no lo hagas- dijo la maestra.

-¿Y cómo lo hago? – preguntó.

-Como tú quieras -contestó.

-¿Y de cualquier color?

-De cualquier color -dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo?

-Yo no sé, dijo el pequeño niño, y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde.