19 marzo 2012
Palabras que valen: Ángeles De Salvo
Ángeles De Salvo, quien fue voluntaria de la "Educar y Crecer" y ahora es parte del Staff profesional, escribió palabras que testimonian que las puertas de la ONG se abren, pero nunca se cierran.
La primera vez que escuche hablar de Educar y Crecer fue por una profesora del secundario, que en clase nos contó su proyecto de construir una ONG enfocada en la educación. Ella era, Maggie Benvenuto, mi profesora de historia y actual Presidenta de Educar y Crecer. Al terminar el colegio, mis amigas y yo recibimos una carta invitándonos a formar parte del proyecto.
Cuando fui por primera vez al barrio, tuve la suerte de visitar las casas de los chicos. Ese fue mi primer contacto con ellos, no en una clase con pizarrón, sino en sus casas con su familias y un mate de por medio. Queríamos conocer sus mayores necesidades, saber cómo nos podían aportar ellos en nuestro proyecto, para ellos. Fueron charlas distendidas y cotidianas que suceden en cualquier barrio entre vecinos.
Ese día conocí una realidad de nuestra sociedad que hasta el momento solo había escuchado nombrar por las noticias. En ese momento, se me volvió tangible. Elegí ser parte de sus vidas, y fue una sensación muy agradable.
En esos diálogos con las familias y la comunidad, fuimos viendo como ellos y los voluntarios podíamos mejorar la educación de sus hijos.
Fui voluntaria de Educar y Crecer durante 2 años y medio. Desde el primer día me sentí comprometida con el proyecto ya que considera, al igual que yo, la necesidad de brindar a la sociedad de hoy una educación de calidad. Una educación de calidad requiere mínimamente que se puedan cumplir los objetivos planteados por el Ministerio de Educación en todo el país. Ese objetivo, que parece a veces tan básico y simple, cuesta cumplirse.
Una vez que se entra al Centro de Aprendizaje, es impactante ver el cariño que tienen los chicos y las ganas con las que se levantan todos los día para asistir al centro. Al ver y sentir la alegría que uno le da a los chicos estando ahí; creo que es imposible dejar de ir.
¿Que si tuve momentos de duda? Si, hubo un momento que dude en seguir. Durante un tiempo dejé de ir porque necesitaba dedicarle más tiempo a la facultad y a otros voluntariados que estaba haciendo a la par. Sin embargo, extrañaba la hora de tren que me tomaba llegar hasta José León Suarez. No fui por 6 meses pero sentí que había pasado mucho tiempo más.
Cuando EyC decidió ampliarse, hablé con la psicóloga porque quería volver a la Villa La Cárcova. Yo necesitaba trabajar, pero antes de arrancar en cualquier lugar cerca de mi casa, volví a EyC. Priorice mis recuerdos más lindos, y el equipo de EyC, contentos de recibirme, me abrieron las puertas de par en par.
Hoy, ya siendo parte del staff, podemos trabajar en conjunto pensando en lo que nosotros podemos brindar, como también en lo que la otra persona realmente necesita de nosotros. Al estar todos los días, uno charla y conoce a las mamás de los chicos, se empapa de las alegrías y tristezas que ellos traen desde sus casas y la escuela.
En EyC buscamos día a día acompañar a la comunidad, desde el apoyo escolar hasta la contención de las familias. Nosotros nos sentimos parte de La Cárcova y ellos encuentran un lugar de contención y apoyo dentro del barrio.
Lo que más me gusta del Educar y Crecer es el compromiso que tienen todos sus miembros en formar un programa de apoyo escolar, brindando a los chicos una educación de calidad. El proyecto tiene por objetivo apoyar a que esos chicos, a la par con la escuela, y que ellos puedan sacar provecho de la misma.
En EyC promovemos una enseñanza estandarizada: se plantean objetivos claros y simples. Para alcanzarlos, se planifican actividades concretas sin olvidar su fin último, el de aprender. Luego, se realiza una evaluación de lo enseñado y lo aprendido, con dos fines: corroborar si se alcanzan las metas y también, si se enseña de forma adecuada.
A lo largo de los años, fuimos replanteando nuestro trabajo. Sería más simple conformarnos repitiendo años tras año lo que enseñamos. Pero éste no es el caso. Todos los años hay un reevaluación por parte de la asesora pedagógica y la coordinadora de programas. Quiere decir que no nos quedamos con lo que hicimos y esperamos con los dedos cruzados a que los chicos adquieran los contenidos. Tratamos de mejorar, de modificar los ejercicios y los métodos de enseñanza. Si queremos una educación de calidad para nuestros chicos, primero tenemos que brindarla nosotros.
Está claro que la educación se hace de a dos, de la mano del docente y del alumno. Y en ese proceso de aprendizaje, se enriquecen las dos partes. Nosotros enseñamos “conceptos teóricos” y los chicos enseñan con su espontaneidad y creatividad. Aquella que los adultos podemos olvidar o dejar de lado a la hora de priorizar la teórica. También el aprendizaje en grupos enriquece mucho. Los voluntarios, a su vez, ayudan a personalizar el aprendizaje para los que tiene mayores dificultades con algunos temas.
La experiencia como voluntaria la recomiendo para todos aquellas personas que les guste la educación y que quieran vincularse con los chicos del barrio; pero también, y más que nada, para quienes quieran ser parte del cambio social. Ser voluntario significa donar tu tiempo, aquél que no se mide en pesos. No es donar tiempo en el otro, sino compartir ese tiempo con el otro.
La experiencia voluntaria en EyC es muy linda, por el equipo humano que trabaja y te motiva a levantarte todos los días para formar parte de este proyecto, como por los chicos que van al Centro de Aprendizaje. Ellos te dicen Seño, por tan solo estar ahí presente, ellos te lo agradecen.
Mi mayor deseo para Educar y Crecer, aunque pareciese idealista, es que dejáramos de existir. Ello significaría que las escuelas argentinas estarían brindando una educación de calidad para todos los chicos de nuestra sociedad.
Siendo más realista, mi deseo es que se puedan implementar nuestros programas en otras ONG, para así formar una red en pos de una de educación de calidad mediante estándares como se plantea en nuestro programa. Mi otro deseo, más personal, es que ‘mis’ chicos terminen el secundario, algo que suena raro para algunos pero muy común para otros. Que estén orgullosos de priorizar su educación y le encuentren un sentido a terminar la secundaria. Para que los chicos sientan esa satisfacción, Educar y Crecer está desde un comienzo apoyando a las familias, a la comunidad, a las escuelas, y por sobre todo, a nuestros chicos.
Ángeles Desalvo
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