Esta mañana mi jefe me pasó un artículo periodístico que resume un paper un tanto más académico ya bien conocido en círculos de política pública en Estados Unidos que ofrece algunas respuestas a estas preguntas. El paper, y el artículo que lo resume, dicen lo siguiente: si tomamos el desempeño de los alumnos de un país en las pruebas internacionales que se hacen en matemática, lectura y ciencia, podemos ver que los países que sacan mejores notas en estos exámenes tienen mayor crecimiento económico; si, en cambio, tomamos solamente los años que los niños pasan en la escuela, no parece haber una relación clara entre tener más educación y crecer más rápidamente. Para hacerlo todavía más claro: aumentar los años de escolaridad sin hacer que los niños aprendan más matemática, lectura y ciencia, no nos va a llevar a crecer más como país. (Ver el gráfico abajo).
Muchos dirán que la calidad de la educación no pasa sólo por aprender más matemática, lectura y ciencia, y otros que la función de la educación no es sólo aumentar el crecimiento de un país. Mis respuestas a estas dos observaciones son: sí y sí. Es verdad, hacer que un chico aprenda más y mejor no pasa sólo por hacerle saber más matemática, lectura y ciencia, sino también por hacerlo sentir a gusto con sus docentes y pares, motivarlo a que dé lo mejor de sí, ayudarlo a ser creativo y a pensar críticamente. Pero también es verdad que estas materias son fundacionales: si uno no sabe leer y escribir bien, o no puede sumar o restar números simples--y los resultados de las pruebas internacionales y regionales en las que partició la Argentina muestran que una gran parte de nuestros alumnos no pueden hacer estas cosas mínimas--mucho menos van a poder alcanzar estas cosas adicionales que queremos fomentar en ellos. Y también es verdad que si bien la educación tiene muchos beneficios, aumentar las ganancias de quienes tiene mejor educación y--a su vez--hacernos crecer como país es lo que al final del día ayudará a los sectores más postergados a escapar de la pobreza.
Supongo que algunos dirán que mientras esta relación entre educación de mejor calidad y mayor crecimiento se da en los países desarrollados, no es tan así en los que están en vías de desarrollo. De hecho, lo opuesto es cierto. El estudio señala que es en los países en vías de desarrollo donde esta relación es más estrecha. Supongo también que algunos dirán que esto no se aplica en América Latina, pero un nuevo estudio por los mismos autores, basado íntegramente en la región confirma el mismo hallazgo. En breve, no hay realmente excusas para hacer la vista gorda a estos hallazgos.
Especialmente en un país como la Argentina, en el que la gran mayoría de los niños va a la escuela primaria y un porcentaje alto y creciente está asistiendo al colegio secundario, el gran desafío que enfrentamos no es ni gastar más en educación, ni subir los salarios docentes, ni construir escuelas con mayores recursos--tristemente, tres temas que dominan los debates sobre educación en nuestro país. Estas acciones son importantes, pero solamente si hacen que nuestros niños aprendan mejor. La verdadera pregunta que nos debemos plantear es cómo asegurar una educación que aumente el desempeño de nuestros alumnos en materias básicas y así fomente nuestro crecimiento económico como país. Este debe ser nuesto eje de partida y el norte verdadero para toda política pública educativa.
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