02 julio 2009

Mini-emprendedores

Habiendo co-fundado una organización de jóvenes para trabajar en mejorar la calidad de la educación en Argentina, siempre consideré que mis colegas de EIC y yo éramos emprendedores sociales bastante precoces. Cuando empezamos con la idea de EIC, tres de los cuatro miembros fundadores no habíamos terminado la universidad todavía.

Hace unas semanas, sin embargo, escuchaba sentado mientras un niño de 10 años me contaba a mí y a otros colegas míos cómo planeaba lanzar un sitio de "social networking" para su clase para mejorar el desempeño suyo y de sus compañeros. Lo que hacía más sorprendente el momento aún era que este niño provenía de una de las escuelas más desfavorecidas en Washington, DC, en uno de los barrios más carenciados. Y lo que me impresionó aún más es que no estaba solo, sino que después de él presentaron cuatro más niñas y niños, no mayores de 15 años, con ideas y proyectos igual de innovadores. Para el final de las presentaciones quedé completamente anonadado.

Tuve esta gran oportunidad gracias a que fui convocado por una iniciativa de Ashoka para servir como jurado. Youth Venture, que es el nombre de la iniciativa en Estados Unidos, busca promover el desarrollo de emprendedores sociales jóvenes (de 12 a 20, aunque a veces hay excepciones como el niño que mencioné antes), dándoles capital semilla de hasta $1,000 para implementar una iniciativa que beneficie a la comunidad, que sea sustentable y que sea liderada por su emprendedor--entre otras cosas. Youth Venture ayuda a estos pequeños emprendedores dándoles no sólo su capital inicial, sino ofreciéndoles asistencia técnica en el diseño de sus planes de negocios, sometiéndo las mismas a paneles de jurados como el que yo integré para que los emprendedores reciban retroalimentación sobre su idea y conectándolos a una red de otros emprendedores similares. Lo mejor de todo es que esta iniciativa también se encuentra disponible en Argentina, bajo el nombre de Avancemos.


Al terminar la sesión con los emprendedores me di cuenta de algo, bastante obvio quizás en retrospectiva pero completamente ignorado en la forma en la que organizamos nuestros sistemas educativos. Mi "sorpresa" ante un niño de un contexto desfavorable presentando un excelente emprendimiento no nace sino de un acostumbramiento con la forma en la que nuestro sistema se asegura que los más pobres reciban la educación de menor calidad, y por lo tanto, obtengan los peores resultados. Sin embargo, lo que presencié en Youth Venture no tendría por qué sorprenderme. Claramente, estos niños no carecen de espíritu emprendedor. Con suficiente apoyo--en este caso, los jóvenes prepararon sus planes de negocios con la asistencia de miembros del staff de Youth Venture y de la prestigiosa consultoría Booz Allen Hamilton, quienes generosamente donan su tiempo para este proyecto--estos niños pueden alcanzar resultados similares, sino mejores, a los de sus pares más beneficiados económicamente. Pero todavía la mayoría de los pobres en nuestro país, como también en los Estados Unidos, asiste a las peores escuelas, tienen los peores docentes y no sorpresivamente, se desempeñan peor que ningún otro grupo.

Es momento que subamos nuestras aspiraciones para los niños más pobres de nuestro país, equipándolos con las mejores escuelas, los docentes más eficientes, y asegurándonos que obtienen el mismo desempeño que sus pares más ricos. Si un niño de 10 años puede diseñar un sitio de "social networking", nosotros deberíamos tener que poder al menos hacer esto.

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