02 junio 2011

La educación no formal más allá de la alfabetización


En EYC creemos que es vital la articulación de los espacios de educación formal encarnados típicamente en los colegios con espacios de educación no formal como nuestro Centro de Aprendizaje. En realidad, la distinción no es tan extrema; existen matices que comparten ambos espacios, pero es necesario aclarar que nuestro enfoque en cuanto al sistema educativo es holístico, integral, que debe contemplar los más diversos y completos aspectos para lograr una educación de calidad. A continuación, un artículo de opinión que expresa sus consideraciones acerca de estas cuestiones.

Es común creer que la educación no formal de jóvenes y adultos se reduce a la puesta en marcha de programas de alfabetización, pero esta visión es muy estrecha frente a una realidad dinámica y compleja. La alfabetización desempeña un papel importante en empoderar a las personas para que se integren a la sociedad teniendo las competencias básicas para aprovechar el acceso a información, así como para buscar y crear oportunidades para vivir mejor. La educación de jóvenes y adultos, tiene mucho qué ver con el desarrollo de capacidades para trabajar y desarrollar el potencial humano a lo largo de la vida. Si las sociedades están cada vez más basadas en el uso de las ideas y la tecnología para producir riqueza, no queda más remedio que promover el aprendizaje continuo de las personas. Si usted, amigo lector, cree que a su edad ya se le acabó el tiempo para aprender, se equivoca. El aprendizaje es la vida, y, por ende, los nuevos paradigmas de la educación no formal de jóvenes y adultos sostienen que ésta debe ir más allá de la alfabetización, y convertirse en parte integral de los sistemas que fomentan el aprendizaje a lo largo de la vida.

Un objetivo de los sistemas educativos es lograr una mayor equidad en el acceso a la educación formal, buscando que la mayor parte de la población entre a la escuela en la edad que le corresponde y permanezca allí hasta graduarse del bachillerato o una carrera posterior. Considerando que la educación es un derecho, un compromiso ineludible de los gobiernos es, además, expandir las oportunidades de formación a jóvenes y adultos, que no pudieron entrar a la escuela cuando debieron haberlo hecho o la abandonaron prematuramente. Algunos de ellos son analfabetas, otros necesitan programas de educación compensatoria para terminar el bachillerato, muchos desean aprender un oficio, otros necesitan actualizar sus competencias laborales para tener acceso a otras opciones de empleo, y unos cuantos no tienen otra expectativa más que fortalecer su crecimiento personal. El reto es ofrecer un menú de programas de educación no formal o fuera del sistema educativo regular que sea capaz de responder a estas distintas demandas estableciendo prioridades.

En El Salvador, hay avances importantes en esta dirección que muy poco se conocen públicamente y ameritan ser fortalecidos. Desde 2005, la alfabetización no sólo dejó de ser el programa de educación no formal por excelencia, sino también comenzó a pensarse en la necesidad de vincularla a otros programas de formación para la vida y el trabajo. En ese año se comenzaron a ofrecer Modalidades Flexibles de Educación (antes programa Edúcame) a jóvenes y adultos mayores de 15 años interesados en completar sus estudios de educación básica y bachillerato. Entre estas modalidades flexibles se encuentran la educación acelerada, la semi-presencial, en línea, a distancia y la nocturna. Actualmente, el Ministerio de Educación (MINED) está proponiendo una integración del Programa Nacional de Alfabetización y el Programa de Modalidades Flexibles de Educación, bajo el enfoque de la formación permanente de jóvenes y adultos, que incluye la formación técnico-profesional. La idea es diseñar una Política de Educación de Personas Jóvenes y Adultas con objetivos y metas concretas apoyándose en un proceso de consulta.

Esta iniciativa es muy positiva pero enfrenta, al menos, dos desafíos. Es vital lograr que el aprendizaje continuo sea el eje del sistema educativo en su conjunto y el hábito que sustente las decisiones de política pública. Y, además, es importante articular este esfuerzo con la necesidad de avanzar en la reforma de la educación secundaria y el establecimiento de un sistema de formación profesional por competencias que tenga valor en el mercado laboral.

*Columnista de El Diario de Hoy.

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