12 julio 2011

El juego desde la perspectiva winnicottana


Donald Winnicott intenta acercarse a la experiencia misma del juego por sobre su uso o contenido. Toda su obra está atravesada por el juego como concepto. Diferencia el jugar libre espontáneo, “play”, del juego reglado, ”game”. Su estudio se centra en el primero, “play”, más exactamente en la actividad del juego: “playing”, uso del participio que da cuenta de movimiento, proceso, en oposición a un producto cerrado, terminado.

Para Winnicott lo propio del juego es el juego mismo, su interés está concentrado en la acción misma del jugar. Define el juego como, […] “ experiencia siempre creadora […] una forma básica de vida”[1], dice, “El juego es en esencia satisafactorio”.[2]

El juego está relacionado con una necesidad vital del ser humano, satisfactoria por sí misma, la necesidad de simbolizar. La capacidad de simbolizar está relacionada para el autor con el gesto original y la acción sostenida y adecuado de los cuidados maternos; el símbolo será su representación psíquica, y base del conocimiento personal del mundo.

La posibilidad de jugar es vista por Winnicott como un logro en el desarrollo emocional. La posibilidad de jugar es símbolo de la confianza del niño en el ambiente, independientemente del contexto en que transcurra, ya sea en ámbitos de mayor o menor vulnerabilidad. El niño que juega hace suya una parte de la realidad exterior, en este sentido es motor de desarrollo y mayor bienestar para niños cuya realidad podría estar más contaminada por situaciones de bajo rendimiento o de deserción escolar.

El juego contribuye a la integración de sentimientos ambivalentes. A partir de la presentación que hace la madre de objetos que la sustituyan, se va a generar un espacio lúdico o espacio transicional. El origen del juego esta relacionado con este espacio no integrado, informe, libre de exigencias, denominado “área de descanso”, alejado de connotaciones patológicas, conectado con los aspectos más creativos de la persona. El área de juego tiene dominio propio, dominio del área de ilusión y la creación humana, pertenece al área potencial que se da entre el bebé y la figura materna. Dentro de la zona de ilusión tiene lugar la primer posesión no-yo, llamada objeto transicional, descripta como ubicada:[….] “afuera, adentro, en el límite”[3].Se trata de un objeto que sostiene una paradoja entre el bebé que crea el objeto, y el objeto que estaba ahí esperando que se lo crease.

En el espacio transicional, heredero del espacio potencial entre la madre y el bebé, se desarrolla el juego. Espacio que se genera a partir del uso del objeto transicional, pues Winnicott explica que es el objeto el elemento que abre espacios. El objeto transicional dará lugar a la creación del espacio homónimo, es decir el espacio de juego. El jugar crea espacio: espacio transicional que persistirá a lo largo de toda la vida ocupado por actividades lúdicas y que dará lugar a la actividad cultural, imprescindible en toda condición subjetiva, especialmente en ambientes más carenciados.

En Winnicott el concepto de jugar no está unido al de sublimación, no se trata de un ser de la pulsión, sino de un ser del jugar. Sólo retroactivamente a la constitución de un Yo puede surgir lo pulsional.

Sólo si la sexualidad es procesada en zona de juego, tiene valor estructurante, de otra manera es de valor traumática o patógena. Capacidad de juego, implica una vivencia de cuidados y confianza en el ambiente. Requiere de la función materna.

El juego tiene un ciclo: comienzo, desarrollo, fin. Tiene un lugar y un tiempo. Finaliza cuando la experiencia se agota, o cuando resulta amenazado por circunstancias perturbadoras internas o externas. Es opuesto a masturbación, sentido este que lo aleja de la teorización kleiniana de juego. El juego es en sí mismo terapéutico, el psicoanálisis está planteado como lugar de juego.

No se trata del jugar como defensa frente a la angustia. El autor sostiene que si esto se da es secundario ,lo primario es el desarrollo del juego como despliegue de la subjetividad. Para que haya juego no tiene que haber un componente excesivo de angustia; el juego pone límites a esa entrada.

Lic. Marta Lewin

Psicóloga



[1] Winnicott, D. Realidad y juego. Editorial Gedisa. Barcelona, 1987, “El juego exposición teórica”, pág. 75.

[2] Winnicott, D. Realidad y juego. Editorial Gedisa. Barcelona, 1987. “El juego exposición teórica”, pág. 77

[3] Winnicottt, D. Realidad y juego. Editorial Gedisa. Barcelona, 1987, “Fenómenos y objetos transicionales”, pág. 18

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