05 septiembre 2011

Entrevistas a Profesionales


Inauguramos una nueva sección en el blog que consiste en la realización de diversas entrevistas a profesionales que nos aportarán su mirada particular acerca de la educación y las distintas problemáticas que intervienen a la hora de aprender.

Nuestro primer diálogo se llevó a cabo con Graciela Ferrario, Lic. en Sociología de la UBA y realizó la Carrera de Especialización en Problemáticas Sociales Infanto Juveniles”. Hace diez años es Orientadora Social en la Escuela 51 en “La Cárcova”, barrio en el cual EYC abrió las puertas del Centro de Aprendizaje en el año 2007.

¿Qué te motivó a estudiar sociología? ¿Cuáles fueron los motivos por los cuales elegiste específicamente la carrera de “Especialización en Problemas Sociales de la Infancia”?

Si bien cuando elegí la carrera pesó muy fuerte la formación teórica aplicada al estudio de la interacción social de diversos grupos humanos, reconozco que seguí el llamado de mi corazón. Deseaba conocer muchos porqué, pero naturalmente siento empatía por estar en grupos con interacciones y dinámicas propias y me siento muy a gusto en ir descubriéndolas, explorándolas…

Hace unos años sentí que debía orientarme hacia un aspecto específico de las ciencias sociales, y quise hacerlo en el marco de la universidad pública, por eso busqué hasta encontrar esta carrera, que no tenía mucha difusión, a pesar de tener profesores de primera línea.

¿Desde que terminaste la carrera trabajás con problemas sociales de la infancia? ¿Qué aprendiste de los lugares en los cuales trabajaste?

En realidad antes había tenido algunas incursiones con la infancia, pero aun sin este importante marco teórico. Pasé por actividades en un hospital de niños y algunos jardines de infantes. Luego, al terminar la especialización me encontré con la posibilidad de trabajar en una escuela pública, y creo que la 51 da la oportunidad de referenciar lo aprendido en la universidad.

De los lugares en los que trabaje aprendí que el conocimiento es incompleto si no trabajamos en grupo y para el grupo; y que los chicos tienen tantas estrategias para encarar sus desafíos que nos exigen estar muy atentos y actualizarnos siempre…

Cuando llegaste a la Cárcova hace diez años, ¿qué fue lo que más te llamo la atención y que es lo que más querías cambiar?

Lo que más me llamó la atención fue el contraste entre las condiciones deficitarias en las que vivían los chicos y la proximidad con centros urbanos de relativa opulencia. Quería cambiar las circunstancias de muchas situaciones individuales.

Hoy en día, ¿cuál es el panorama de la Cárcova? ¿Cambió la situación de sus habitantes durante todos estos años?

Hoy se ven algunas mejoras parciales como veredas, limpieza del zanjón, mejorado de algunas calles, aunque es muy difícil evaluar si no se vive allí. Desde mi perspectiva no mejoró en relación al crecimiento que tuvo el país en general, y el municipio en particular: no nos olvidemos que San Martin es la “Capital de la Industria”. Tampoco se ha concretado hasta ahora lo publicado en 2005 en el Programa de Reurbanizacion de Villas de Emergencia, que tenía este asentamiento como prioridad.

¿Notás un cambio desde que EYC abrió sus puertas en José León Suárez?

Absolutamente. Los chicos piden ir a EIC, y ¡van muy felices! En las aulas se notan grandes avances en su socialización, en la práctica de la lectoescritura y en el descubrimiento de las propias capacidades a través de los cuentos que ellos mismos producen.

¿Qué destacás de la labor de EYC en la zona?

Junto con la profesionalizada labor educativa que acabo de señalar, destaco el compromiso con las familias ya sea a través de las visitas a sus casas, del acompañamiento en trámites documentarios y del saber que pueden contar con EYC no solo para el aprendizaje de sus hijos sino para la protección integral de sus infancias.

¿Cómo pensás que debería plantearse la educación para el futuro de la Argentina? ¿Qué abordaje sería el adecuado?

Las escuelas que reciben niños de zonas desfavorables deberían tener los recursos humanos y materiales más calificados. La inserción de los chicos convendría que fuera a edad más temprana, desde los 3 años por ejemplo. Las familias deberían tener resuelta su situación alimentaria fuera del espacio escolar. O sea: la escuela no debería reproducir las diferencias de origen, sino trabajar para superarlas. Esto también implica valorar económicamente la docencia, profesionalizándola y retribuyéndole en forma acorde.

¿Pensás que podrían intersectarse la educación formal y la no formal para solucionar problemas sociales que afectan sobre todo a los niños?

Claro que sí. La educaron no formal impactaría de lleno en los hogares con bajo clima educativo, por lo que esto beneficiaria directamente a los chicos incluidos en el sistema formal. Además esta educación generalmente revaloriza saberes ancestrales y propios de cada comunidad, los cuales a veces se pierden ante los contenidos de la educación.


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